domingo, 28 de enero de 2018

Pequeña guia de autoedición (2): Una aproximación a las editoriales





Como ya comentaba en la anterior entrada de esta serie, las editoriales de antaño dominaban el mundo literario. Ellas decidían quién publicaba, cuando y cómo, así como controlaban sus medios de distribución y ventas (librerías). Pero hoy en día el editar un libro está al alcance de cualquiera y por ello ese control editorial ha perdido consistencia. No solo es posible publicar sin ellas si no que es posible vender sin pasar por las librerías de toda la vida. ¿La consecuencia de esto? Las grandes editoriales se “blindan” ante nuevos autores y solo publican aquello que les supone unos ingresos seguros. Y con esto llegamos al punto clave de esta entrada: las editoriales son empresas.

Parece innecesario decirlo pero a veces se nos olvida. Todas las editoriales, grandes y pequeñas son empresas que tienen escritores para revisar textos, maquetadores, diseñadores gráficos, correctores, traductores… y toda esa gente cobra sus sueldos. Además tienen que pagar la luz, los impuestos, la limpieza y las reparaciones/ mantenimiento de sus equipos… Todo ello se traduce en que deben ingresar más dinero del que gastan si quieren funcionar.
Por ello antes de acudir a una editorial a ofrecer tu libro debes tener claro que si no les va a parecer rentable, te van a dar con la puerta en las narices. Un portazo lleno de lógica, además.

Pero no todas las editoriales son iguales; me atrevería a decir incluso que no existen dos iguales (y mas les vale si quieren funcionar) y por tal imposibilidad de describirlas todas nos centraremos en si son grandes (véase Planeta, Tusquets o Santillana, entre otras) o pequeñas (cualquiera entre las cientos que podemos encontrar con una búsqueda de Google).
Cuando hablamos de editoriales grandes hay que tener en cuenta su hermetismo para con los autores noveles. La única forma de acceder a ellas es ganando algún premio literario de gran importancia, realizando un estudio de mercado y presentándoles el producto que estaban buscando o siendo alguien famoso ya sea en el mundo de la televisión, la música o las redes sociales. Y en esto último está la cosa.
Dicen que cinco mil es el  número mágico. Cinco mil son los libros que hay que vender para generar dinero de verdad y por ello si un libro no puede alcanzar (sin riesgos) esa cifra, es desestimado al momento. Es por ese motivo que las grandes editoriales andan a la caza de personas con gran número de seguidores en las redes sociales donde hay quien tiene varias decenas de miles de ellos, por no decir cientos de miles. En ese momento la editorial propone al youtuber, instagrammer, twittero o lo que sea, escribir un libro “tu haz lo que sea que nosotros ya nos apañamos” y como es lógico, si esa persona con 50.000 seguidores logra que al menos un diez por ciento de ellos (suelen ser más) compren su libro, el trabajo está hecho.
¿Dónde nos deja esta estrategia  a los que tenemos cien seguidores en las redes sociales? En la calle. Es por ello que solo debemos plantearnos llegar hasta una gran editorial si tenemos una presencia continua y relevante en las redes. Por suerte, no todas las editoriales son grandes.

Las pequeñas editoriales existen, y en cantidad. Algunas se limitan a asesorar a los autores, revisando, corrigiendo, imprimiendo y en algunos casos distribuyendo libros, mientras que otras funcionan como las grandes aunque a una escala menor y otras directamente se basan en estafar a los incautos que quieren ver sus libros publicados. Y aunque no se trate de estafas propiamente dichas (el autor firma un contrato dando su consentimiento para ciertas prácticas), si utilizan ciertos procedimientos confusos y poco beneficiosos para el escritor. Porque no lo olvidemos… Las editoriales son empresas.

En la siguiente entrada comentaré algunos de los procedimientos digamos feos de algunas de esas editoriales pequeñas. ¡No os la perdáis!

viernes, 12 de enero de 2018

Pequeña guia de autoedición (1): La necesaria introducción.





Para este 2018 he decidido reactivar un poco el blog y hacerlo de una forma que resulte instructiva y didáctica. Por ello y siempre basándome en mi experiencia o la de personas cercanas, dedicaré una serie de entradas a hablar de la autoedición como opción de publicación. Espero ser útil o cuanto menos entretenido.

Primera parte: Qué es la autoedición.

La autoedición es ese recurso maldito, muchas veces menospreciado y otras tantas ninguneado por tratarse de una opción fácil (o al menos eso parece desde fuera) y que por lo tanto no ofrece demasiada garantía de calidad (aunque otras opciones tampoco lo hacen) y que en mi experiencia a veces he sentido como un handycap y otras como una bendición.
Es por ello que basándome en mi escasa pero a la vez reveladora experiencia después de tener dos obras autoeditadas en la calle, he querido recopilarla en una serie de entradas con la intención de que sirvan de ejemplo, información o por qué no, de guía para autores que quieran probar suerte en este mundillo y no sepan a qué atenerse. Empiezo, por lo tanto, con un breve resumen de mi experiencia.

Hasta hace poco mi idea de publicar un libro se limitaba a ese recurso cinematográfico tan visto en el que un autor algo atormentado lograba terminar una novela que al ser descubierta por un editor de esos de “vamos a sacar esto adelante, yo confío en ti” le hacia rico y acababa viviendo en una casita de madera junto a un lago y cada aparición social que hacia era acosado por sus fans. Y si, eso es muy bonito y da para muchas tramas pero no suele ser lo habitual.
Puede que hace algunos años la cosa funcionara de un modo parecido a éste, pero con la llegada de los ordenadores personales, las impresoras, los programas de edición de texto y las páginas de internet, el panorama ha cambiado mucho. Ahora cualquiera puede editar un libro y por lo tanto cualquiera puede montar un editorial, lo que hace que las nuevas publicaciones florezcan como las amapolas y que las editoriales de antaño deban seleccionar a sus nuevos autores basándose en la rentabilidad de éstos antes que en su calidad. Pero de este tema hablaré en futuras entradas.

Cuando publiqué mi primer libro, allá por el 2016, lo hice a través de Lulu, una plataforma que es esencialmente una imprenta online en la que tu envías un texto, propio o ajeno y ellos te lo convierten a pdf o te lo imprimen sin preguntarte nada. Gracias a esa página pude ver mi libro en papel en cuestión de semanas con todos los pros y contras que ello conlleva. Por un lado publiqué el libro que yo quería sin que nadie me cuestionara, sin tener que esperar valoraciones externas, sin mas complicaciones que tener que darle al botón de “imprimir” y sentarme a esperar a que llegaran los ejemplares a mi casa. Por otro lado la maquetación dejaba mucho que desear, la ortografía no estaba tan pulida como debería, la ortotipografía era un concepto desconocido para mi y la calidad de los materiales (papel, portada, tinta…) era la justa y necesaria para poder llamarlo “libro”. A partir de ahí tiré de redes sociales, presentaciones y librerías para vender los libros y sentirme, eso es, como un verdadero escritor. De los de casita en el lago pero sin casita. Ni lago.

Al año siguiente me puse a trabajar en mi segundo libro. Esta vez, conociendo mejor este mundillo, pude crear un libro mucho más profesional. Revisé mejor el texto, corregí errores esenciales cometidos con el anterior (fuente con serifa, rayas en lugar de guiones, estructura de páginas y párrafos…) y cuando lo tuve terminado contraté a un dibujante profesional para la portada, una diseñadora para el exterior y la mejor imprenta para darle un acabado de calidad al libro. El resultado: Un libro más consistente, con solapas, colorido, a la altura de cualquier producto sacado de los hornos de las mejores editoriales. Un libro que pensaba que tendría una repercusión mucho mayor que el primero pero que en cambio, no acaba de funcionar. ¿Por qué? Porque ni la calidad, ni el acabado, ni las ganas son suficientes.

Para que un libro funcione son necesarios muchos factores como (en un orden aproximado de prioridades) la notoriedad del autor, la publicidad, el impacto visual del libro y por último la calidad del mismo. Parece extraño y en cualquier caso injusto, pero así es, las editoriales lo saben y por lo tanto si no somos famosos de antes, no tendremos publicidad ni una buena edición y por supuesto, si no vendemos no nos leerán y la calidad de nuestro libro importará poco. ¿Desalentador? Por supuesto, pero por suerte no está todo perdido. Teniendo algunos factores en cuenta podemos no solo mejorar nuestras ventas sino también atenernos a nuestras posibilidades y evitar frustrarnos por haber aspirado a demasiado. Una casa en el lago, por ejemplo.



En la próxima entrada hablaré de las editoriales. Las grandes, las pequeñas y qué esperar de ellas.

Amor de primate. Una breve novelita de muy pocos megabytes.

Hay quien dice por ahí que los buenos tiempos del papel ya han llegado a su fin; que entre pdfs, kindles, podcasts y audiolibros, el libro t...