sábado, 24 de febrero de 2018

Pequeña guia de autoedición (4): Editoriales de autoedición, segunda parte



Llegamos a la cuarta parte de la guia y como estamos liados con el tema de las pequeñas editoriales y preocupados por si nos engañan con promesas demasiado bonitas, vamos con una de las más recurrentes y a la vez románticas: La distribución y disponibilidad.


Que un autor de un pueblo de la provincia de Murcia imagine su biografía en el escaparate de una librería de Vigo, es algo muy bonito. Las editoriales lo saben y por ello aprovecharán esa ilusión para ofrecerle a ese señor de Cieza (por ejemplo) la distribución nacional de su libro. Pero cuidado.
Al igual que las editoriales, las distribuidoras son… Empresas, exacto. Las distribuidoras se dedican a llevar los libros de aquí para allá a cambio de una “pequeña” comisión de cada venta. Generalmente un 60%, aunque las mas humildes se quedan solo con un 50%. Eso es una barbaridad. Quizás para ese youtuber que ha publicado “La vida cuando se apaga la webcam” no le suponga un gran problema, ya que poner su libro al alcance de miles de potenciales compradores le compense cualquier comisión, pero para Fernando, ese de Cieza que cuenta su dura infancia trabajando en el campo, quizás no le merezca la pena. Ni a él ni a la distribuidora. ¿Cómo solventar semejante problema? Muy fácil. Cambiando la palabra “distribución” por “disponibilidad”. El problema es que a Fernando nadie le explica eso y mientras él cree que su libro se expone en las mejores librerías del país, en realidad solo aparece en un catálogo que llega a manos del librero y que éste tan solo tendrá en cuenta si alguien le pide expresamente el libro. Triste, pero cierto. Al final, la única forma que tiene Fernando de llegar al público es mediante la promoción por sus propios medios (presentaciones, redes sociales, boca a boca… con lo que al final llegamos donde siempre: Podría haberlo hecho él solito sin ayuda de distribuidora. ¿Qué a un señor de Vigo le interesa su libro? En lugar de ir a pedirlo a la librería y dejar el 60% de su importe por el camino, pedírselo directamente a Fernando o a la editorial. Y esto nos lleva al segundo punto de esta entrada.

Publicitar un libro no es sencillo y menos con la cantidad de nuevos títulos en el mercado. Quizás hace unos años el decir “he publicado un libro” levantaba vítores y aplausos por parte del populacho admirado por tal gesta, pero hoy en día apenas despierta un mínimo interés. ¿Cómo destacar en este caso? Publicitando el libro.
Las editoriales nos ofrecerán publicidad, claro está. El libro será anunciado a bombo y platillo en sus redes sociales, en su página, nos montarán videorreportajes y nos entrevistarán en radios locales. Genial. ¿Repercusión? Seguramente ninguna. Seamos realistas. Tras el humo y los focos vamos a estar solos, como siempre, desnudos, eclipsados por muchos otros autores y libros. Además, en este aspecto también podríamos haberlo hecho nosotros. ¿Quién va a entrar en la web de una pequeña editorial para elegir un libro que regalar a su abuela? Nadie. El comprador de libros casual se pasea por las librerías o las ferias de libros. Al final, nuestro libro lo buscarán aquellas personas que nos conozcan o hayan oído hablar de nosotros previamente, por lo que una vez más, ese servicio ofrecido por la editorial se muestra tan eficaz (o menos) que lo que podemos lograr nosotros mismos en nuestras redes sociales, blog o página web personal. La diferencia es que la primera opción la vamos a pagar.

En la siguiente entrada el tema estrella: La imprenta.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Pequeña guia de autedición (3): Editoriales de autoedición, primera parte





Hasta ahora hemos hablado de editoriales grandes y pequeñas, de sus diferencias y de su papel en el mundo literario, pero hoy quiero detallar los peligros que se ocultan tras algunas de esas editoriales pequeñas. ¿Y por qué sólo las pequeñas? Porque una editorial grande nunca, nunca nos pedirá dinero por publicar nuestro libro, mientras que la pequeña si. Es por ello que debemos saber dónde va a ir ese dinero que tanto nos ha costado ganar.

Las editoriales son empresas. Lo dije como diez veces en la entrada anterior y debo seguir remarcándolo. Y como empresas que son no van a arriesgar un céntimo por nosotros por mucho que nos digan que nuestro libro es muy bueno, que tenemos mucho talento y que somos un autor de best sellers en potencia. Ni un céntimo. Es por ello que nos pedirán dinero a modo de garantía, para costear la primera impresión del libro y después, según como vayan las ventas, se hablará de una segunda edición, que es como llaman ahora a las reimpresiones. ¿Pero cómo saber que nos cobran lo justo? En primer lugar siempre hay que desconfiar y en segundo, fijarse en algunos elementos clave.

Aquí no publicamos cualquier cosa.
Esta es una frase muy utilizada para dar al autor la sensación de que su libro ha sido revisado y que ha pasado una primera criba cuando suele ser mentira. Como he dicho antes, nos van a cobrar por adelantado así que a esas editoriales les interesará publicarlo todo. Una forma sencilla de comprobarlo es echando un vistazo al catálogo de la editorial. ¿Lleva apenas dos años en funcionamiento y en su catálogo hay cincuenta libros de temáticas dispares? Quizás sea por que realmente no hacen tales selecciones. Las editoriales honestas suelen centrarse en un género en concreto para poder conseguir visibilidad dentro de ciertos sectores y siendo pequeñas no suelen tener la capacidad de editar gran cantidad de libros por lo que si nos encontramos con el caso descrito arriba, habrá que desconfiar.

¡Ya!
Quizás la palabra que más veces he visto en anuncios de editoriales. Todo el mundo sabe que cuando uno termina de escribir su obra, quiere verla en librerías a la semana siguiente. Eso lo saben las editoriales y se afanan en dar unas expectativas de rapidez a veces imposibles. Pero seamos cautos y pensemos con la cabeza fría: ¿Realmente alguien es capaz de cumplir la promesa de revisión de una obra y valoración a las 24 horas de su recepción? ¿Acaso tienen personal suficiente (y dispuesto) a leer TODAS las obras recibidas con carácter de urgencia? ¿Cuánto nos cuesta ese servicio? Y lo mas importante… ¿Realmente vamos a recibir ese servicio? Mi opinión es que no. A mi la palabra “ya” me evoca un buzón de correo electrónico donde se da una respuesta automática y luego, una vez recibido el dinero, se empezará a revisar la obra.

¡Gratis!
Otra palabra que hay que coger con pinzas y mascarilla. ¿He dicho ya qué son las editoriales? Entonces sabremos que las empresas no reglan nada que no hayamos pagado previamente. Corrección, maquetación, diseño de portada… Todo eso son trabajos realizados por profesionales que cobran sus sueldos y no van a regalar su tiempo y esfuerzo. Por lo tanto pueden pasar dos cosas: O bien SI vamos a pagarlo sin darnos cuenta (en el futuro hablaré de esas practicas) o bien NO se van a realizar tales trabajos. Es muy posible que la editorial se limite a pasar el auto corrector de Word, copiapegar el texto en una plantilla de maquetación y sacar una portada de un banco de imágenes de Google. Y todo ello son cosas que podemos hacer nosotros en nuestra casa. Cuando acudimos a una editorial es para tener un acabado más profesional del que nosotros podríamos lograr.
Y así con todo. Marca páginas, carteles, estantes, flyers, tarjetas de visita… Todas esas cosas, por muy gratuitas que nos las anuncien, las vamos a pagar de un modo u otro así que no estaría mal preguntarnos si realmente queremos pagar por ellas.

Anuncio real de una editorial real de la que no he querido reproducir su nombre.

Por supuesto, esto es solo la punta del iceberg, ya que cuando estamos metidos en una de esas editoriales de autoedición (término que ya de por si es una entelequia) vamos a tener que enfrentarnos a muchos otros dilemas que aunque suenen muy bien en nuestros oídos, pueden ocultar pequeñas trampas. Atentos a la próxima entrada.

lunes, 5 de febrero de 2018

Tunglio: El arte de quemar libros





Hace poco llegó a mis oídos la noticia de que una editorial islandesa de nombre Tunglio, utiliza una curiosa forma de publicación que consiste nada mas y nada menos que en producir tiradas limitadas de 69 ejemplares de cada libro las noches de luna llena (no veo la relación entre la cifra y la fase lunar, realmente) y que todos los ejemplares que no se venden son quemados a fuego lento. Lo que para algunos es una herejía al asociar la quema de libros con algunas épocas oscuras de nuestra civilización (véase inquisición, franquismo, etc…) otros lo ven como un ritual mágico que se enfrenta a la idea del libro como pasaporte a la inmortalidad convirtiéndolo en algo efímero. Pero esta forma de publicación al final solo es, señoras y señores, una cuidada y bien pensada estrategia de marketing. Vamos a analizarlo.

Por un lado tenemos la publicidad gratuita. Estamos hablando aquí, en España, y me consta que también se está hablando de esto en muchas otras partes del mundo, de una pequeña editorial formada por dos personas únicamente. Bien. Objetivo conseguido en este aspecto, pero ahora… ¿De qué sirve quemar los libros?

En primer lugar hay que hablar de las tiradas limitadas de impresión. 69 libros son muy pocos, pero para muchos autores, especialmente aquellos novicios, vender más de ese número no es sencillo. Por ello podemos deducir que simplemente la editorial no quiere arriesgarse a imprimir mas. Por supuesto no sabemos la extensión de esos libros, su forma o su precio, pero con la excusa de que los que no se vendan van a arder los convierte en productos superexclusivos, permitiendo incrementos en su precio y una demanda asegurada.

En segundo lugar, nadie nos dice que esos libros no vayan a seguir existiendo en otros formatos como PDF etc… Por lo que el autor no perdería su obra completamente, lo que hace de la quema algo relativo. Realmente los libros no desaparecen del mapa.

También hay que tener en cuenta ya en tercer lugar, que para cualquier editorial/ autor, los libros no vendidos acaban ocupando espacio en almacenes, teniendo una demanda mínima o inexistente y al final, acaban siendo pasto de humedades o convertidos en saldos de mercadillos. La opción del fuego solo hace que acelerar este proceso inevitable.

Y es que si España, un país donde una mayoría de la población afirma no haber leído un libro en su vida, posee una notable saturación de novedades editoriales, Islandia, con la mayor cantidad de escritores por metro cuadrado del mundo, debe ser un verdadero hervidero de libros.

Al final lo que nos queda es una editorial pequeña que apuesta por tiradas limitadas de libros físicos que se venden en su mayoría, a un buen precio y que los que sobran no ocupan lugar. No está del todo mal siempre que el autor acepte esas condiciones. Pero lo de la magia ritual islandesa y las metáforas de vida eterna también están muy bien, por lo que dejaré que os quedéis con la versión que más os guste.

Amor de primate. Una breve novelita de muy pocos megabytes.

Hay quien dice por ahí que los buenos tiempos del papel ya han llegado a su fin; que entre pdfs, kindles, podcasts y audiolibros, el libro t...