Llegamos a la cuarta parte de la guia y como estamos liados con el tema de las pequeñas editoriales y preocupados por si nos engañan con promesas demasiado bonitas, vamos con una de las más recurrentes y a la vez románticas: La distribución y disponibilidad.
Que un
autor de un pueblo de la provincia de Murcia imagine su biografía en el
escaparate de una librería de Vigo, es algo muy bonito. Las editoriales lo
saben y por ello aprovecharán esa ilusión para ofrecerle a ese señor de Cieza (por
ejemplo) la distribución nacional de su libro. Pero cuidado.
Al
igual que las editoriales, las distribuidoras son… Empresas, exacto. Las
distribuidoras se dedican a llevar los libros de aquí para allá a cambio de una
“pequeña” comisión de cada venta. Generalmente un 60%, aunque las mas humildes
se quedan solo con un 50%. Eso es una barbaridad. Quizás para ese youtuber que
ha publicado “La vida cuando se apaga la webcam” no le suponga un gran
problema, ya que poner su libro al alcance de miles de potenciales compradores
le compense cualquier comisión, pero para Fernando, ese de Cieza que cuenta su
dura infancia trabajando en el campo, quizás no le merezca la pena. Ni a él ni
a la distribuidora. ¿Cómo solventar semejante problema? Muy fácil. Cambiando la
palabra “distribución” por “disponibilidad”. El problema es que a Fernando
nadie le explica eso y mientras él cree que su libro se expone en las mejores
librerías del país, en realidad solo aparece en un catálogo que llega a manos
del librero y que éste tan solo tendrá en cuenta si alguien le pide expresamente
el libro. Triste, pero cierto. Al final, la única forma que tiene Fernando de
llegar al público es mediante la promoción por sus propios medios
(presentaciones, redes sociales, boca a boca… con lo que al final llegamos
donde siempre: Podría haberlo hecho él solito sin ayuda de distribuidora. ¿Qué
a un señor de Vigo le interesa su libro? En lugar de ir a pedirlo a la librería
y dejar el 60% de su importe por el camino, pedírselo directamente a Fernando o
a la editorial. Y esto nos lleva al segundo punto de esta entrada.
Publicitar
un libro no es sencillo y menos con la cantidad de nuevos títulos en el
mercado. Quizás hace unos años el decir “he publicado un libro” levantaba
vítores y aplausos por parte del populacho admirado por tal gesta, pero hoy en
día apenas despierta un mínimo interés. ¿Cómo destacar en este caso?
Publicitando el libro.
Las
editoriales nos ofrecerán publicidad, claro está. El libro será anunciado a
bombo y platillo en sus redes sociales, en su página, nos montarán
videorreportajes y nos entrevistarán en radios locales. Genial. ¿Repercusión?
Seguramente ninguna. Seamos realistas. Tras el humo y los focos vamos a estar
solos, como siempre, desnudos, eclipsados por muchos otros autores y libros.
Además, en este aspecto también podríamos haberlo hecho nosotros. ¿Quién va a
entrar en la web de una pequeña editorial para elegir un libro que regalar a su
abuela? Nadie. El comprador de libros casual se pasea por las librerías o las
ferias de libros. Al final, nuestro libro lo buscarán aquellas personas que nos
conozcan o hayan oído hablar de nosotros previamente, por lo que una vez más,
ese servicio ofrecido por la editorial se muestra tan eficaz (o menos) que lo
que podemos lograr nosotros mismos en nuestras redes sociales, blog o página
web personal. La diferencia es que la primera opción la vamos a pagar.
En la
siguiente entrada el tema estrella: La imprenta.
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