Hace
poco llegó a mis oídos la noticia de que una editorial islandesa de nombre
Tunglio, utiliza una curiosa forma de publicación que consiste nada mas y nada
menos que en producir tiradas limitadas de 69 ejemplares de cada libro las
noches de luna llena (no veo la relación entre la cifra y la fase lunar,
realmente) y que todos los ejemplares que no se venden son quemados a fuego
lento. Lo que para algunos es una herejía al asociar la quema de libros con
algunas épocas oscuras de nuestra civilización (véase inquisición, franquismo,
etc…) otros lo ven como un ritual mágico que se enfrenta a la idea del libro
como pasaporte a la inmortalidad convirtiéndolo en algo efímero. Pero esta
forma de publicación al final solo es, señoras y señores, una cuidada y bien pensada
estrategia de marketing. Vamos a analizarlo.
Por un
lado tenemos la publicidad gratuita. Estamos hablando aquí, en España, y me
consta que también se está hablando de esto en muchas otras partes del mundo,
de una pequeña editorial formada por dos personas únicamente. Bien. Objetivo
conseguido en este aspecto, pero ahora… ¿De qué sirve quemar los libros?
En
primer lugar hay que hablar de las tiradas limitadas de impresión. 69 libros
son muy pocos, pero para muchos autores, especialmente aquellos novicios,
vender más de ese número no es sencillo. Por ello podemos deducir que
simplemente la editorial no quiere arriesgarse a imprimir mas. Por supuesto no
sabemos la extensión de esos libros, su forma o su precio, pero con la excusa
de que los que no se vendan van a arder los convierte en productos
superexclusivos, permitiendo incrementos en su precio y una demanda asegurada.
En
segundo lugar, nadie nos dice que esos libros no vayan a seguir existiendo en
otros formatos como PDF etc… Por lo que el autor no perdería su obra
completamente, lo que hace de la quema algo relativo. Realmente los libros no
desaparecen del mapa.
También
hay que tener en cuenta ya en tercer lugar, que para cualquier editorial/
autor, los libros no vendidos acaban ocupando espacio en almacenes, teniendo
una demanda mínima o inexistente y al final, acaban siendo pasto de humedades o
convertidos en saldos de mercadillos. La opción del fuego solo hace que
acelerar este proceso inevitable.
Y es
que si España, un país donde una mayoría de la población afirma no haber leído
un libro en su vida, posee una notable saturación de novedades editoriales,
Islandia, con la mayor cantidad de escritores por metro cuadrado del mundo,
debe ser un verdadero hervidero de libros.
Al
final lo que nos queda es una editorial pequeña que apuesta por tiradas
limitadas de libros físicos que se venden en su mayoría, a un buen precio y que
los que sobran no ocupan lugar. No está del todo mal siempre que el autor
acepte esas condiciones. Pero lo de la magia ritual islandesa y las metáforas
de vida eterna también están muy bien, por lo que dejaré que os quedéis con la
versión que más os guste.
Yo los fotia a ells a la foguera per posers i retrosnobs
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