domingo, 4 de marzo de 2018

Sobre los certámenes literarios




La primera vez que participé en un concurso literario fue hace casi veinte años. Recuerdo perfectamente cuando le comenté mis intenciones a Clara, mi mentora y guía en este mundo y como ella desde detrás de la mesita que hacía de mostrador en su pequeña librería de estanterías abarrotadas me decía eso de “Adelante, pero no te desmoralices si no ganas, que hay mucho concurso amañado ahí afuera”. Tal idea me resultó realmente chocante. “¿Concursos literarios amañados? Imposible.”, pensé. Y es que para mi la literatura era ese campo sagrado, intocable, incorruptible, y pensar en trampas o malas prácticas era como rebajarlo a la altura del fútbol o similar. Cuánto me quedaba por ver…

La cuestión es que empecé con buen pie. El primer concurso en el que participé, que era un certamen literario con cierta trayectoria, quedé finalista con un relato que veinte años después rebautizaría como “De motores y monjas” y añadiría a mi primer libro “Textos de mediocridad e hiperrealismo”. No recuerdo si llegó a publicarse en una antología con varios cuentos seleccionados ya que en esa época mi acceso a internet era muy limitado y debía hacerlo vía pedir favores a algunos amigos que si estaban conectados. La cuestión es que tal posición me animó a seguir participando con asiduidad, quedando finalista, seleccionado o mencionado honrosamente en algunos casos o fuera de juego en muchos otros. Recuerdo que una vez me llamaron de una editorial para publicarme un relato en una antología, oferta que rechacé por ese orgullo juvenil del “quiero mi propio libro” el cual no me reprocho. Otra vez me publicaron un microrrelato en una recopilación de otro concurso… Era bastante optimista en esa época acerca de mis posibilidades de ganar alguna vez, pero no tardé en desengañarme.

El primer paso hacia esa decepción sucedió cuando empecé a leer los relatos ganadores de los concursos a los que participaba. Muchos de ellos parecían seguir un patrón más que ser obras completamente originales. Básicamente habían tres temas que se repetían en un gran número de relatos ganadores: Padres o madres con alzhéimer, niñas abusadas sexualmente por sus progenitores y violencia de género. ¿Temas de moda? ¿Recurrentes simplemente? ¿O acaso el jurado de estos concursos iba en busca de este tipo de relatos para justificar sus decisiones? En cualquier caso me negué a pasar por el aro y seguí escribiendo libremente.

El segundo caso y quizás el mas descarado fue cuando participé en un concurso de una ciudad cuyo nombre no quiero acordarme (de hecho no me acuerdo) y que celebraba un certamen literario a nivel local hasta que un año decidieron convocarlo también a través de internet. Según una nota de prensa enviada por el mismo ayuntamiento, se habían visto desbordados por la avalancha de obras, pasando de un centenar como era habitual, a varios miles de ellas llegadas de todas partes del mundo. Debido a ello el fallo del jurado se demoraría unas semanas más. Todo muy coherente hasta que se anunció que el ganador había sido… un joven de esa misma localidad. Y cuidado que no pongo en duda el talento de esa persona (de hecho nunca llegué a leer su relato) ni la honradez de ese jurado, pero… La cosa me hizo sospechar un poco. A pesar de eso hubo un último intento. Y termino ya.

Tenía 25 años ya cuando participé en un certamen que se celebraba en la población de Muro de Alcoi. Como tantas otras veces fui seleccionado como uno de los finalistas y se me envió un correo explicándome las condiciones para optar al primer premio. A primera vista me pareció cuanto menos, rocambolesco. Al parecer se iba a celebrar en la localidad algo llamado “cena literaria”, lo cual a oídas de un escritor en ciernes puede sonar muy romántico, pero que no deja de ser una cena con completos desconocidos, en la cual se anunciaría el ganador. Es decir, iríamos a cenar todos juntitos y en algún momento de la misma el anfitrión se levantaría y anunciaría solemnemente el nombre del afortunado. Pero había una condición: Si el ganador no había acudido a la cena… se le revocaría el premio y éste pasaría a manos de otro de los finalistas. ¿Cómo? Entonces el mérito de ganar no estaba tanto en la calidad del escrito si no en la presencia el día de la entrega de premios. ¿Y si no estaba allí el ganador? ¿A quién le daban el premio de entre los finalistas? ¿Habrían elaborado un ranking con un top-30? ¿Lo seleccionarían al azar? ¿O es que ya tenían al ganador seleccionado de antemano y sabían que éste sí iba a acudir a la cena? Esta última opción fue la que me pareció más pausible, teniendo en cuenta además que el precio del cubierto era de 40€ por persona. A ver si iba a ser todo ese asunto del certamen literario un negocio pactado con el del restaurante e íbamos a ser los pobres finalistas los que pagáramos no solo la cena si no también el premio del ganador… Por supuesto no acudí a esa cena. Ni volví a participar en ningún otro concurso. Hasta ahora.

De los 25 a los 35 me limité a escribir en mis blogs. Debo reconocer que escribir de cara al público da una interesante perspectiva sobre cómo expresarse claramente y acerca de los gustos de los lectores. De tal experiencia aparecieron mis ansias de publicar. A mi primer libro le siguió un segundo, el cual en una presentación llamó la atención de las personas a cargo de la página “Historias pulp” dedicada a la difusión de autores noveles así como de ellos mismos, escritores de indudable calidad. Además, periódicamente organizan un concurso que si bien no entrega grandes premios al ganador, sí resultan ser propuestas originales en cuanto a temática. Fue por esa frescura y por mi convencimiento de que los de Historias Pulp eran personas honestas por lo que me decidí a participar. En el primer concurso quedé seleccionado, y en el siguiente, por primera vez en 20 años y cuando ya creía que los primeros puestos eran para otras personas quizás tocadas con la gracia de los dioses, gané. 

Decir que me alegró el día seria una inexactitud. Fue mas bien como quitarme un peso de encima y arrojarlo sobre cierto restaurante de Muro, reduciéndolo a escombros. Recuperé la fe en las personas que creen en esto como una simple afición, pero que merece ser tratada con respeto y seriedad. Es por ello que os invito, oh escasos pero abnegados lectores a echar un vistazo a la página de Historias Pulp (podéis encontrar un acceso aquí a la derecha si estáis leyendo esto en formato web) y disfrutar de cuanta literatura en ella se expone.

¿Un consejo para los que estéis pensando en participar en este tipo de certámenes? Por supuesto: Adelante, pero no os desmoralicéis si no ganáis, que hay mucho concurso amañado ahí afuera.
Sí, ya sé que no es mío, pero es un gran consejo.

Finalmente, si queréis leer los relatos participantes en este certámen, los podéis descargar aqui.
O incluso escucharlos directamente en la audiorrevista aqui.

4 comentarios:

  1. Pues aunque suene algo vacío, enhorabuena por ganar el certamen.

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  2. No conocía esa faceta de los concursos.
    Yo participé en uno y lo gané a la primera, así que decidí no participar en más para no estropear la media😀
    Fuera de bromas, se presentaron pocos relatos y creo que gané por ser el menos malo. Después de aquel no hubo más ediciones.

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    1. Si un concurso e shonesto, siempre gana el menos malo, independientemente de lo buenos que sean los relatos. Enhorabuena por la victoria y por la decisión, no sencilla, de retirarte.

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